Señorita.

A decir verdad... y para hablar con elocuencia... podría decirle señorita que usted me provoca un sin fin de pensamientos altamente pervertidos... yo diría que encarnizadamente morbosos... con un toque de cálido erotismo y una fresca gota de sensualidad... aunque en efecto... si de ser francos se trata... podría referirme a usted como la absoluta dueña de mis fantasias... pues la he imaginado mil veces empapada de un sudor provocador mientras gime mi nombre y fricciona su ardiente piel contra la mía... miles de veces... una y otra vez... cuando se cuela en mis pensamientos... y soy honesto al decirle que disfruto mucho imaginándola desnuda... sin ropa... como la luz de la luna cuando entra clandestina entre mis sabanas húmedas a través de la ventana... mientras la sueño... y deseo tenerla junto a mi... obsesionándonos con el vicio de los besos... con ambas lenguas febriles quemándonos la boca... respirando su aliento y su olor... perdidos entre los dos... sin saber donde termina su cuerpo y empieza el mío... pues de ser posible tal acontecimiento... seguro perdería la noción del tiempo y me quedaría para siempre con la prosa en su voz... y el verso que se escapa de su risa bonita... de solo pensarla despierta mi instinto salvaje y me provoca una dulce ternura al unísono... es una mezcla exquisita... como el sexo caliente sin pudor... mientras se besan con ansiedad los labios llenos de amor... con caricias suaves y palabras sucias humedeciendo el oído... señorita.

- Dru Dominguez -